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CORONAVIRUS VERSUS GLOBALIZACIÓN

Publicado el 15/04/2020

CORONAVIRUS VERSUS GLOBALIZACIÓN

 

La pandemia evidencia las debilidades de las cadenas globales de valor

La pandemia originada por el covid-19 ha puesto de manifiesto las debilidades de la mundialización de la economía. La utilización hasta sus últimas consecuencias de los modelos de producción basados en los sistemas de las “cadenas globales de valor”, localizando productos, procesos y funciones en diferentes países, buscando beneficios por diferencias de costo, tecnología y logística, entre otras variables, ha creado un mundo tan interrelacionado, que cuando falla un eslabón de esa cadena mundial, todo el proceso sufre. Una catástrofe natural o un episodio poco previsible como la actual pandemia (lo que se conoce en la literatura como un “cisne negro”), sin descontar guerras, alzamientos, etc., pueden desbaratar todo el ensamblaje.

Las dramáticas carencias en nuestro país de productos sanitarios y farmacéuticos para combatir la enfermedad han mostrado con toda la evidencia los peligros que entraña la super especialización, renunciando a la producción de determinados productos que pueden resultar estratégicos. Cuando, además, algunos de ellos -mascarillas y equipos de protección, desinfectantes, respiradores- no requieren de una especial tecnología.

El covid–19 agravará la tendencia de los mercados hacia una menor globalización

Hay quien cree que esta emergencia sanitaria exigirá, por parte de gobiernos y corporaciones, una revisión de las teorías sobre las cadenas globales de valor y reconocerá sus limitaciones, y que la mundialización de la producción ya no será igual tras ella. De hecho, en nuestra entrada de 22 de enero del presente año ya advertíamos de cierta retracción del comercio mundial que se había puesto de manifiesto el año pasado, y así lo ha confirmado el último informe de la OCDE. En un informe de CPB World Trade Monitor, se advierte que en 2019 el comercio mundial ha sufrido una tasa negativa en su crecimiento. Desde 2009 no se había producido una contracción en el comercio mundial de mercancías. Esta minoración de las transacciones internacionales ya parecía mostrar una tendencia hacía una mayor regionalización de la economía, es cierto que las causas principales han sido: la desescalada del crecimiento económico mundial y el resurgir del proteccionismo por algunas potencias, sin que hubiera influido en ello, naturalmente, la aparición de la pandemia, pero otros factores ya mostraban un inicio de reversión de la excesiva globalización, y evidenciaban algún cambio en los patrones de comportamiento de la demanda, como el auge que está tomando la producción de proximidad, esto es la localización de los procesos de producción en lugares más cercanos, aunque no necesariamente en el mismo país.

La tendencia hacia una economía más doméstica se verá agravada por la brutal irrupción de la pandemia. El riesgo de desabastecimiento y los costos de ruptura de la cadena, que la súbita aparición de un cisne negro acarrean, han de poner en cuestión, necesariamente, el fenómeno de la excesiva mundialización de la producción y moderar su utilización.

¿Cómo afectará a nuestro sector exterior?

Nuestro sector exterior se comportó el año pasado de una excelente forma. Según la Agencia Tributaria, en 2019 se alcanzó la cifra de 292.795 millones € de exportaciones, con un crecimiento de 1,57% sobre el año anterior, que ya fue un buen año, llegando a cubrir el 89% del volumen de importaciones, de modo que el déficit de nuestra balanza comercial quedó reducido a sólo treinta y cinco mil millones. Con ser este un buen dato, todavía lo es más la diversificación geográfica de nuestros mercados, pues las ventas a la U. E. sólo representaron el 66% del total de envíos. El déficit de nuestra balanza comercial fue cubierto por el superávit de nuestra balanza de servicios. De modo que el sector exterior representó un buen motor de nuestra economía.

Cómo se comportará este sector a partir de ahora, es difícil preverlo. A pesar de lo que comúnmente se cree, los economistas somos unos mediocres profetas, alguien ha dicho que somos como los barómetros: muy útiles para saber el tiempo que hace. Sin embargo, ante la previsible recesión de todas las economías del mundo, las transacciones internacionales también sufrirán una severa restricción, y hay algo fácil de pronosticar, el turismo foráneo, que representa el 50% de nuestros ingresos por servicios al exterior, se verá muy mermado; luego, no podemos confiar en que la balanza de servicios cubra en el año presente el déficit de nuestra balanza comercial. En la anterior crisis nuestro sector exterior ha sido un motor de recuperación, en un futuro inmediato no podemos confiar en que se comporte ahora de igual manera.